«Esta carta está dirigida a todos aquellos que hoy brindarán con champán por la inhabilitación de Baltasar Garzón.
A ustedes, que durante años han vertido
insultos y mentiras; a ustedes, que por fin hoy han alcanzado su meta,
conseguido su trofeo.
A todos ustedes les diré que jamás nos
harán bajar la cabeza, que nunca derramaremos una sola lágrima por su culpa. No
les daremos ese gusto.
Nos han tocado, pero no hundido; y lejos de
hacernos perder la fe en esta sociedad nos han dado más fuerza para seguir
luchando por un mundo en el que la Justicia sea auténtica, sin
sectarismos, sin estar guiada por envidias; por acuerdos de
pasillo.
Una Justicia que respeta a las víctimas,
que aplica la ley sin miedo a las represalias. Una Justicia de verdad, en la que
me han enseñado a creer desde que nací y que deseo que mi hija, que hoy corretea
ajena a todo, conozca y aprenda a querer, a pesar de que ahora haya sido
mermada. Un paso atrás que ustedes achacan a Baltasar pero que no es más que el
reflejo de su propia condición.
Pero sobre todo, les deseo que este golpe,
que ustedes han voceado desde hace años, no se vuelva en contra de nuestra
sociedad, por las graves consecuencias que la jurisprudencia sembrada pueda
tener.
Ustedes hoy brindarán con champán, pero
nosotros lo haremos juntos, cada noche, porque sabemos que mi padre es inocente
y que nuestra conciencia SÍ está tranquila.